“Observo, creo, me crean, me uno, percibo y no muero”
Hoy, tenía el deseo de salir de lo común, pero, jamás pensé en ir más allá de este tiempo.
Ahí, en una mirada tuya, que tan solo duró un segundo, me perdí, viajé y estuve horas en la fuente de la vida, esa fuente, que derrama magia y misterio en todo aquello que alcanza.
En alguna ocasión había estado ahí, reconocí la melódica energía que hace a mis pies flotar y a mi alma suspirar, pero esta vez, no solo bebí de la fuente. Con palabras invisibles de amor, convertí a mi mente en un viento creador de nuevas dimensiones, tan infinitas como bellas.
Sí, me convertí en el arquitecto de inspiración interminable, y mi alma, era la pintora de los movimientos ígneos que plasmaban la esencia del amor en cada trazo. En un piso de tierra obscura, proyecté un sendero de estrellas que recordé ver en tus ojos, cada grano de tierra lo transformé en luz, hice brotar del suelo inmensos árboles de follajes tornasoles; el cielo, lo llené de partículas cristalinas que igualaban la profundidad del mar. El ambiente, estaba rodeado de un eco de armonía, era un sonido que jamás habían percibido mis oídos, y cada que el viento soplaba, mi cuerpo, se convertía en mercurio y se reintegraba al eterno reloj de arena mental que guiaba los pasos de mi ser.
Como dije, fue un viaje de horas, mi creación superaba mi percepción. Las flores eran transparentes, pero cuando pensaba en ti, se vertían hacia el suelo, y de un salto, brotaban aves que se fundían entre sí, se entrelazaban hasta crear una espiral, que después colisionaba en el cielo. Todo esto era realmente hermoso, pero faltaba algo, así que comencé a crearlo.
Me senté bajo el árbol más grande, cerré los ojos y desperté en el mar de sus raíces, fluí varias horas a través del sendero de estrellas que asemejaban tus pupilas, reposé en los pétalos transparentes, de la flor que reflejaba la profundidad del cielo, después, me derretí, y de un salto me convertí en un ave de fuego, giré y giré hasta formar una espiral, me separé de mi moldeable cuerpo, y en espíritu, seguí presenciando aquél rayo. Justo en ese instante, renuncié al miedo y me entregué con amor al noble deseo de vivir en ti.
Se escuchó como un disparo de un láser y sentí cómo de mi pecho emanó una interminable energía, todo a mi alrededor comenzó a derretirse y a escucharse una atmosfera celestial, la obscuridad comenzó a envolverme cada vez más, dejé de sentir la gravedad, percibía correr mi sangre como un potente viento de luz y justo cuando mis ojos dejaron de percibir colores y formas, entonces sentí tus labios, nunca te había besado, pero sabía que eras tú, era delicioso como cada parte de mi se entregaba sin temor alguno al sol de tu ser.
No supe en qué momento dejé de reconocer tus besos y comencé a vivir en tu luz, todo sonido se marchó, toda percepción de mi, desapareció.
De un repentino choque de luces, regresé a mi cuerpo en este espacio tiempo, volví a través del reflejo de tu mirada depositada en mis ojos. Entonces, te reconocí, y en mi humilde cuerpo, sentí la sangre correr, comprendí que el creador no sabe hasta qué grado es creado y sonreí. En fin, esto únicamente fue un segundo de creación, expresado en minutos de palabras y dedicado a una eternidad que nos unió, que nos une y que nos recuerda que estamos unidos en ella.
Nadim David - NHL
Ahí, en una mirada tuya, que tan solo duró un segundo, me perdí, viajé y estuve horas en la fuente de la vida, esa fuente, que derrama magia y misterio en todo aquello que alcanza.
En alguna ocasión había estado ahí, reconocí la melódica energía que hace a mis pies flotar y a mi alma suspirar, pero esta vez, no solo bebí de la fuente. Con palabras invisibles de amor, convertí a mi mente en un viento creador de nuevas dimensiones, tan infinitas como bellas.
Sí, me convertí en el arquitecto de inspiración interminable, y mi alma, era la pintora de los movimientos ígneos que plasmaban la esencia del amor en cada trazo. En un piso de tierra obscura, proyecté un sendero de estrellas que recordé ver en tus ojos, cada grano de tierra lo transformé en luz, hice brotar del suelo inmensos árboles de follajes tornasoles; el cielo, lo llené de partículas cristalinas que igualaban la profundidad del mar. El ambiente, estaba rodeado de un eco de armonía, era un sonido que jamás habían percibido mis oídos, y cada que el viento soplaba, mi cuerpo, se convertía en mercurio y se reintegraba al eterno reloj de arena mental que guiaba los pasos de mi ser.
Como dije, fue un viaje de horas, mi creación superaba mi percepción. Las flores eran transparentes, pero cuando pensaba en ti, se vertían hacia el suelo, y de un salto, brotaban aves que se fundían entre sí, se entrelazaban hasta crear una espiral, que después colisionaba en el cielo. Todo esto era realmente hermoso, pero faltaba algo, así que comencé a crearlo.
Me senté bajo el árbol más grande, cerré los ojos y desperté en el mar de sus raíces, fluí varias horas a través del sendero de estrellas que asemejaban tus pupilas, reposé en los pétalos transparentes, de la flor que reflejaba la profundidad del cielo, después, me derretí, y de un salto me convertí en un ave de fuego, giré y giré hasta formar una espiral, me separé de mi moldeable cuerpo, y en espíritu, seguí presenciando aquél rayo. Justo en ese instante, renuncié al miedo y me entregué con amor al noble deseo de vivir en ti.
Se escuchó como un disparo de un láser y sentí cómo de mi pecho emanó una interminable energía, todo a mi alrededor comenzó a derretirse y a escucharse una atmosfera celestial, la obscuridad comenzó a envolverme cada vez más, dejé de sentir la gravedad, percibía correr mi sangre como un potente viento de luz y justo cuando mis ojos dejaron de percibir colores y formas, entonces sentí tus labios, nunca te había besado, pero sabía que eras tú, era delicioso como cada parte de mi se entregaba sin temor alguno al sol de tu ser.
No supe en qué momento dejé de reconocer tus besos y comencé a vivir en tu luz, todo sonido se marchó, toda percepción de mi, desapareció.
De un repentino choque de luces, regresé a mi cuerpo en este espacio tiempo, volví a través del reflejo de tu mirada depositada en mis ojos. Entonces, te reconocí, y en mi humilde cuerpo, sentí la sangre correr, comprendí que el creador no sabe hasta qué grado es creado y sonreí. En fin, esto únicamente fue un segundo de creación, expresado en minutos de palabras y dedicado a una eternidad que nos unió, que nos une y que nos recuerda que estamos unidos en ella.
Nadim David - NHL